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La obediencia a medias es desobediencia


Cuando Dios le llama a hacer algo específico, ¿cómo responde? La mayoría de nosotros no le levantaría el puño y le gritaría: “¡No voy a hacerlo!”. En vez de eso, luchamos con la idea durante algún tiempo. A veces argumentamos, diciéndole todas las razones de por qué no surtirá efecto el plan de Él. Otras veces, empezaremos a dudar de que hayamos escuchado bien, y luego negaremos que incluso nos llamara. O podríamos reaccionar como Jonás y simplemente correr en la otra dirección (Jon 1.2, 3).

Pero hay otra respuesta que muchas veces es tan sutil que ni siquiera la reconocemos como desobediencia. Sustituir el plan de Dios por el nuestro es una manera de parecer obedientes, evitando así hacer lo que no nos gusta. Fue así como respondió Saúl a la orden del Señor. A sus ojos, reservarse algunos animales para ofrecerlos en sacrificio al Señor parecía una idea mejor que la de Dios.

El pecado de Saúl nos parece evidente, pero con frecuencia no estamos conscientes de la manera como reaccionamos a sustituciones similares. Quizás Dios le está llamando a servir de una forma particular, pero, por temor, decide servir en un área menos difícil. O tal vez dedica mucho tiempo a su trabajo para que el Señor no note que usted está descuidando a su familia. A veces, hemos mezclado tanto nuestros planes con los de Él, que ya no somos capaces de ver la diferencia.

Al ofrecer un “mejor” plan, estamos resistiendo callada y sutilmente el llamado de Dios de vivir plenamente dedicados a Él. No hay manera de que nuestro plan sea mejor que el que Dios tiene para nosotros.

1 Samuel 15.1-23

 

Fuente: https://www.encontacto.org/lea/revista/devocionales-diarios

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